viernes, 5 de febrero de 2010

LECCIÓN 3

LECCIÓN TRES

“QUÉ ES UNA CONCEPCIÓN DEL MUNDO”

De, Manuel Sacristán

Una concepción del mundo no es un saber; es una serie de principios que dan razón de la conducta de un sujeto. Pero frecuentemente esos principios o creencias inspiradoras de la conducta cotidiana, aunque el sujeto no se los formule siempre, están implícitos en la cultura de la sociedad en que vive. Esa cultura contiene por lo común un conjunto de afirmaciones acerca de la naturaleza del mundo físico y de la vida, así como un código de estimaciones de la conducta.

La existencia de una formulación explícita de la concepción del mundo en la cultura de una sociedad no permite averiguar con toda sencillez cuál es la concepción del mundo realmente activa en esa sociedad, pues el carácter de sobre estructura que tiene la concepción del mundo no consiste en ser un mecánico reflejo, ingenuo y directo, de la realidad social y natural vivida.

Las concepciones del mundo suelen presentar, en las culturas de tradición grecorromana, unas pautas, por así decirlo, muy concentradas y conscientes, en forma de credo religioso-moral o de sistema filosófico. La filosofía sistemática, nacida en pugna con el credo religioso, se vio arrebatar un campo temático tras otro por las ciencias positivas, y acabó por intentar salvar su sustantividad e un repertorio de supuestas verdades superiores a las de toda ciencia. Esta pretensión puede considerarse fracasada hacia mediados del siglo XIX, precisamente con la disgregación del más ambicioso sistema filosófico de la historia, el de Hegel. Las causas por las cuales la pretensión de la filosofía sistemática acaba por caducar son varias. En el orden formal o en la teoría del conocimiento, la causa principal es la definitiva y consciente constitución del conocimiento científico positivo durante la edad moderna.

Este es un conocimiento que se caracteriza formalmente por su ínter subjetividad, y prácticamente por su capacidad de posibilitar previsiones exactas, aunque sea a costa de construir y manejar conceptos sumamente artificiales, verdaderas maquinas mentales que no dicen nada a la imaginación. Las tesis de la vieja filosofía sistemática, de los dogmas religiosos y de las concepciones del mundo carecen de esos rasgos. Y como esos rasgos dan al hombre una seguridad y un rendimiento considerables, el conocimiento que los posee va destronando, como conocimiento de las cosas del mundo, al pensamiento, mucho más vago y mucho menos operativo, de la filosofía sistemática tradicional.

El que las concepciones del mundo carezcan de aquellos dos rasgos característicos del conocimiento positivo no es cosa accidental y eliminable, sino necesaria: se debe a que la concepción del mundo contiene esencialmente afirmaciones sobre cuestiones no resolubles por los métodos decisorios del conocimiento positivo, que son la verificación falsación empíricas y la argumentación analítica. Esto no quiere decir que el conocimiento positivo no abone una determinada concepción del mundo más que otra; pero abonar, o hacer plausible, no es lo mismo que probar su sentido positivo.

Las relaciones entre concepción del mundo y conocimiento científico-positivo

Una concepción del mundo que tome a la ciencia como único cuerpo de conocimiento real se encuentra visiblemente por delante y por detrás de la investigación positiva. Por detrás, porque intentará construirse de acuerdo con la marcha y los resultados de la investigación positiva. Por delante porque, como visión general de la realidad, la concepción de mundo inspira o motiva la investigación positiva misma.

Importante es darse cuenta de que cuando la ciencia se mece en la ilusión de no tener nada que ver con ninguna concepción del mundo, el científico corre el riesgo de someterse inconscientemente a la concepción de mundo vigente en su sociedad, tanto más peligrosa cuanto que no reconocida como tal.

La concepción marxista del mundo

Concepción materialista y dialéctica del mundo

Está movida por la aspiración a terminar con la obnubilación de la conciencia, con la presencia en la conducta humana de factores no reconocidos o idealizados. De esto se desprende que es una concepción del mundo explícita. No se puede considerar sus elementos explícitos como un sistema de saber superior al positivismo. Lo que supone la concepción de lo filosófico no como un sistema superior a la ciencia, sino como un nivel del pensamiento científico: el de la inspiración del propio investigar y de la reflexión sobre su marcha y sus resultados.

El primer principio de la concepción marxista del mundo es en sustancia el enunciado, a nivel filosófico explícito, del postulado inamentista: el mundo debe explicarse por sí mismo. Es así como el materialismo y la dialéctica son los dos principios fundamentales de la “concepción comunista del mundo”

La ciencia positiva realiza el principio del materialismo a través de una metodología analítico-reductiva. Su eliminación de factores irracionales en la explicación del mundo procede a través de una reducción analítica de las deformaciones complejas y cualitativamente determinadas a factores menos complejos y más homogéneos cualitativamente, con tendencia a una reducción tan extrema que el aspecto cualitativo pierda relevancia.

El análisis reductivo practicado por la ciencia tiende incluso a obviar conceptos con contenido cualitativo, para limitarse en lo esencial al manejo de relaciones cuantitativas o al menos, materialmente vacías, formales. Este análisis reductivo practicado por la ciencia tiene regularmente éxito debido a dos aspectos: por una parte, la reducción de fenómenos complejos a nociones más elementales, más homogéneas y, en el caso ideal, desprovistas de connotaciones cualitativas, permite penetrar muy materialmente y eficazmente en la realidad, porque posibilita el planteamiento de preguntas muy exactas a la naturaleza, así como previsiones precisas que, caso de cumplirse, confirman en mayor o menor medida las hipótesis en que se basan y, caso de no cumplirse, las falsan definitivamente. Precisamente porque se basan en un análisis reductivo que prescinde de la peculiaridad de los fenómenos complejos analizados y reducidos, los conceptos de la ciencia en sentido estricto son invariablemente conceptos generales cuyo lugar está en enunciados no menos generales “leyes”. Con este conocimiento se pierde una parte de lo concreto: precisamente la parte decisiva para la individualización de los objetos. Los todos concretos y complejos no aparecen en el universo del discurso de la ciencia positiva, aunque ésta suministra todos los elementos de confianza para una comprensión racional de los mismos.

La concepción del mundo tiene por fuerza que dar de sí una determinada compresión de las totalidades concretas. El análisis marxista se propone entender la individual situación concreta sin postular más componentes de la misma que los resultantes de la abstracción y el análisis reductivo científicos. Concreciones o tonalidades son “situaciones concretas”, es decir, los presentes históricos localmente delimitados.

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